viernes

IV

quiero perderte siempre para buscarte siempre,
porque buscarte es siempre una ternura nueva.
quiero encontrarte ahora para el ahora mismo.
quiero buscarte para seguir buscando,
porque buscarte es un ciclón distinto cada vez.
quiero que llegues, no que aparezcas.
quiero observarte un poco más de cerca.
y ahora,
quiero que vuelvas.

jueves

V

se hospeda en mi hocico cohibido la mueca del insomne que descree, y en mis manos, un dialecto inconcluso que te nombra sin merecerte.
ay, pobre anhelo mío, débil pelusa del sentir que se arroja a tus vacíos presumiendo una vez más que germinará y volverá convertida en tus muelles.
nada sé, puesto que vengo de los páramos del miedo, donde no he cosechado más que soledades. ahí... ¡cuánto se envilecen en la aridez los cueros de las hembras taciturnas! en cuanto se olvidan del azote y dejan de oir los quejidos de la pena, todo es abundancia. pero lo que abunda es en verdad la nada en el espejo: cristal disuelto que ya no refleja la especie par que tanto soñé cuando aún no había cuevas en mi forma de besar el sueño.
ahora.
ahora ya no sueño, deliro, me desprendo y parto, visito imposibles cuando cierro los ojos.
antes.
cuando pienso en antes y nada de lo que te comprende aparece, me pregunto por el mecanismo de las horas: las que fingieron una caída, las que saltearon espera, las que desertaron, las que se multiplicaron, las que fueron arrancadas. todas las horas que se desplazaron durante el tiempo atrás para posarte justo frente a mis enjambres y a mis enjambres, detrás de tus resplandores.
después.
la razón y su falta no me desvelarán.
todo vendrá cuando haya gozado del veneno.

miércoles

VI

soy una parte de la espera,
la luz apagada,
las paredes de siempre.

martes

VII

si llega la interrogación
antes que vitoree el letargo,
no voy a mentir la réplica:
la vehemencia primera
fue discontinuamente fugaz,
como toda ella.
fue breve, efímera.
para nada enardecida.
me exhibiste tus coberturas, disimulaste tus lianas
e inclusive sospecho que falsificaste alguna hostilidad,
pero en ningún momento te mostraste frenética.
más tarde, cayeron unas pocas fundas
y pude percibir, y quizás hasta entrever,
tus membranas latiendo,
dos o tres pétalos
y desde el aire,
en mi lengua,
la salmuera de tus bríos.
algo derribaba tus capas y yo, celebraba la demostración.
ahora, aunque todavía me fatigan
la intermitencia de tus ondulaciones
me florecen tus henos,
tus mellas,
tus azabaches,
tus domos,
tus almíbares.
pero lo que soberana y honestamente
me desarma los cálculos,
es el sigilo de tus brotes,
la reserva de tus contracciones
y el mutismo de tus estrategias.
medusa. Aguamiel. Melaza.
azul como la efervescencia de las madrugadas.
ámbar tus manos como la espuma que reposa.
púrpura como un otoño.

lunes

VIII

excusa. monedas. hoguera. sospecha. dientes. hora. entrecejo. cautela. agua. me detengo.
la boca blanda, las manos despiertas. acecharte será un oficio paciente.
te vas a ver tan imperial y tan tenue a la vez,
que apenas aletee se te va a volver el cielo sobre los hombros.
vas a llorar a veces, cuando me columpie en el filo de tu exhalaciones.
y es justo que llores mientras te beso, como es justo que llueva en verano. sigo.
café. fantochadas. pausas. medallas. agua. fanfarronerías. carteles. hora. me detengo.
me vas a esperar con los sismos de rodillas,
para después ponerlos de pie en mi descuido o mi espalda.
llevo los ojos turbios, sabrás qué hacer con ellos.
llevo la sangre prevenida, la quietud escasa y los verbos calibrados.
vas a pensar que me vaya antes de contestar y yo seguro me cuestiono en la esquina. sigo.
todo.
listo.
vas a estar sentada.
voy para allá.

viernes

IX

te lamento. agazapada la piedra en tus voces. me mirás desde la sobremesa de tus miedos y se me funden las horas en una sola esfera inquieta que salda lo que resta del día. desde que nunca llegás siempre volvés a aparecer intacta pero delicadamente turbia. como la obra perfeccionista de un malvado minucioso: te percibo pero no te veo, te intuyo como los más virtuosos, te olfateo sagazmente como los más ladinos y te desato como los más bellos que no en vano son los más silenciosos. inspiran tus pasos un temor y una gloria esmerada en lo que somos o intentamos no ser: esta suma de lejanías, esta suma de lejanías inocuas. claro que extraño tu mordida, pero más extraño que me avises. el revelado de la acción hace que esa minuatura de instante entre el prevenir y la mordida sea mil espasmos y agua dulce. a veces pienso que te parecés a la inmensidad, otras veces simplemente me enamorás desde los cimientos, de la manera más cándida y más conocida. y yo, que ya perdí mis pavos en la hoguera, no pierdo nada por dudar de la galera aún confiando en los conejos. presumo que ahora estarás leyéndome como dándome la mano, y es eso, por eso prefiero el río de noche.

jueves

X

la tempestad me regala la imagen sobre la cabeza de mis hojas
todo se parece tanto a vos cuando me cercás.
agradecerte es aceptar que me vas a tirar por la ventana
y sabré cómo caer.

martes

XI**

voy a rugir sobre tus silbidos
voy a entregar que sepas
voy a sostener que mires
voy a complacer el intento
voy a aceptar
voy a colgar la ceguera
voy a ser filo
voy a ser veneno
voy a saberte desde el 3
voy a besar tus muñecas

lunes

XI*

voy a silbar las palabras de piel y de promesas
voy a saber qué esperás cuando toques la puerta
voy a mirarte buscar el permiso
voy a intentar una dosis de lovage
voy a traer algo fresco
voy a guardar el vértigo en los ojos
voy a sentir el filo del veneno
voy a contar hasta martes
voy a extender las manos

jueves

XI

voy a desmigajarme lo agrio
voy a respirar
voy a cerrar la puerta
voy a dejar abierta la ventana
voy a escuchar música mientras la planta se deja
voy a mirar fijo un punto suelto sin gesto
voy a tragarme un cognac mientras te traigo
voy a caer en la cuenta y el permiso
voy a cerrar los ojos
voy a sentirte en el borde
voy a verte llegar
voy a buscar las cuerdas

miércoles

XII

encantarse.
encomendarse al encanto como al agua.
dejarse encantar y amanecer al regalo
o salirse la llama de la boca por conocer tus tardes.

martes

XIII

la dulzura es sentirte después del combate.
la hermosura es saberte detrás de las espadas.
la delicadeza es acomodarte entre mis furias y no entre mis proezas.

viernes

XIV

hay un espacio, un hueco, un ciclón.
podría convertirse en pozo, en clavel, en cinismo.
pero es un espacio, un renglón amable, un conejo raquítico.

a modo de calumnia, voy a callarme en estas letras.

jueves

mismo

en cada palabra el toque exacto, el golpe que despliegue la furia y el color de cada una, su manera de expresar con propiedad todos los niveles de sentido que queremos expresar.
escupir fuego y celebrarlo. tender una maraña de fogatas que por fin nos alimente.
como el vértigo y las ganas.
como la música que se desprende de cada letra y de cada lágrima. de cada risa y de cada victoria.

agradezco a las mañanas sarcásticas que te dejaron en mi arena. espero ser una anfitriona a la altura.

miércoles

ahora

hallar la calma en el medio de una invasión ejercitada. hallarla y comérsela a zarpazos.
perder las horas de rodillas, siguiendo en tus muñecas la pista que me lleva a las tormentas.
guardar la nada en fantásticos frascos fabricados de pura espera y exclusivas guaridas.
perder los besos a instinto, probando formas del morir en tu respiro.
iniciar con anticipación la cocción de la mordida y hacer milagros con sólo pensarte.
perder el olvido a nado, presenciando cómo me toma y se queda.
acertarle a la lluvia y esperar que me muerdas.

martes

puente

en el medio del puente que va de mi boca a la tuya, hay un perro sentado. desde aquí, sin mover mi mano de tu espalda, puedo verlo. seguramente vos también lo podrás notar. está justo en el medio. sin sacar tu mano de mi frente, observá cómo mira hacia arriba. encantado por algún interés personal apunta con su hocico al cielo. si bien se muestra atraído por tus constelaciones tanto como por las mías, se concentra particularmente en las del medio. ¿podés oírlo? abre sus fauces como un profesional y entona la majestad del aullido. se dirige a las del medio. ésas que sabemos inauguradas y bellas, pero nunca nos detuvimos a saludarlas personalmente. se paró. se orienta hacia mi extremo. desde aquí, sin correr mis dedos de tu muñeca, puedo verlo. vos ya lo tenés muy lejos, no creo que alcances a notarlo.