jueves

V

se hospeda en mi hocico cohibido la mueca del insomne que descree, y en mis manos, un dialecto inconcluso que te nombra sin merecerte.
ay, pobre anhelo mío, débil pelusa del sentir que se arroja a tus vacíos presumiendo una vez más que germinará y volverá convertida en tus muelles.
nada sé, puesto que vengo de los páramos del miedo, donde no he cosechado más que soledades. ahí... ¡cuánto se envilecen en la aridez los cueros de las hembras taciturnas! en cuanto se olvidan del azote y dejan de oir los quejidos de la pena, todo es abundancia. pero lo que abunda es en verdad la nada en el espejo: cristal disuelto que ya no refleja la especie par que tanto soñé cuando aún no había cuevas en mi forma de besar el sueño.
ahora.
ahora ya no sueño, deliro, me desprendo y parto, visito imposibles cuando cierro los ojos.
antes.
cuando pienso en antes y nada de lo que te comprende aparece, me pregunto por el mecanismo de las horas: las que fingieron una caída, las que saltearon espera, las que desertaron, las que se multiplicaron, las que fueron arrancadas. todas las horas que se desplazaron durante el tiempo atrás para posarte justo frente a mis enjambres y a mis enjambres, detrás de tus resplandores.
después.
la razón y su falta no me desvelarán.
todo vendrá cuando haya gozado del veneno.