decisión # 4
ahora bien, hecha la aclaración, continúo: Bellezas y Horrores.
me derrumba la temperatura de tus rincones. desde que llegaste me pregunto porqué no es tu boca lo primero que me cuece por las mañanas. desde que apareciste en mi tránsito, sospechar tu respiración ha logrado escaldar mis malicias. me desarmo si imagino tu espalda entre mis dientes y mis dientes entre tus cultivos. deseo a bocanadas que la vehemencia de tus piernas me arrebate la quietud. tus ojos cerrados, tus escamas crispadas, tus dedos temblados, tus muñecas... ¡ay, si mi hocico afiebrado no se desviviera por tus muñecas, tendría yo más tiempo para elegir un demonio!
en conclusión, confieso que desde que estás en mi tierra, no pasé un día sin tu gusto dando vueltas en mi boca. confieso que me gustás, es decir: sos para mí de un horror y una belleza inmensamente placenteros e incalculablemente esperados.
y ahora que ya tengo la confesión publicada, puedo emitir una más: creo que esta decisión mía es un fraude, una excusa idiota que nació estropeada e inútil. esta decisión mía es un enano tullido y raquítico que intenta luchar contra la horda de guerreros inevitables que es el silencio al que me estás condenando.
callo entonces, hasta que vuelvas a ilusionarme con una nueva coartada inhábil o hasta que llegues y se me enfrie el hocico.
me derrumba la temperatura de tus rincones. desde que llegaste me pregunto porqué no es tu boca lo primero que me cuece por las mañanas. desde que apareciste en mi tránsito, sospechar tu respiración ha logrado escaldar mis malicias. me desarmo si imagino tu espalda entre mis dientes y mis dientes entre tus cultivos. deseo a bocanadas que la vehemencia de tus piernas me arrebate la quietud. tus ojos cerrados, tus escamas crispadas, tus dedos temblados, tus muñecas... ¡ay, si mi hocico afiebrado no se desviviera por tus muñecas, tendría yo más tiempo para elegir un demonio!
en conclusión, confieso que desde que estás en mi tierra, no pasé un día sin tu gusto dando vueltas en mi boca. confieso que me gustás, es decir: sos para mí de un horror y una belleza inmensamente placenteros e incalculablemente esperados.
y ahora que ya tengo la confesión publicada, puedo emitir una más: creo que esta decisión mía es un fraude, una excusa idiota que nació estropeada e inútil. esta decisión mía es un enano tullido y raquítico que intenta luchar contra la horda de guerreros inevitables que es el silencio al que me estás condenando.
callo entonces, hasta que vuelvas a ilusionarme con una nueva coartada inhábil o hasta que llegues y se me enfrie el hocico.
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