jueves

la llama descarnada

está la hoja templándose en la llama descarnada.
paso un dedo por tus provocaciones y me detengo a contemplar el ígneo azul de tus venas.
sigo y vuelvo a detenerme justo en el hueco de tu nuca donde se maceran los tornados.
ando por tu cuello con el silencio de los domadores

el águila deja que se resbale un chillido ahogado e invisible de su pico criminal
mi garra la crucifica contra la pared
ella de espaldas a mi
leopardo en su nuca


mi lengua se confunde con la piel que se tensa sobre los huesos de tus hombros en ebullición.
mis manos se abren paso hacia el azar de tus pechos.
mis dientes terminan en espinas cuando terminan en la perpetua vanidad de tus pezones.

el águila cae en el espiral de mi conspiración
mis fauces
leopardo
comienzo a rasgar la carne debajo de sus plumas
la sangre emerge como un lamento
como un pedido


busco.
un caramelo espeso y caliente brota de entre tus dos piernas como rejas.
no dejar que tus muñecas se liberen.
la perenne marea que agitan mis dedos.
la incesante necesidad de morder tu boca.
la adicción que me provee tu vientre.


el águila agónica persevera
como quien busca la inmortalidad de los ardores
como quien busca la inmortalidad en los espasmos
el leopardo sin pausa mastica



Sólo explorar tus tierras de bocanadas en busca de
orgasmos como tejas en mi techo
como diluvios
orgasmos empapelando mis paredes
arañando el interior de mi cráneo
como frutas rodando por el suelo
como plaga
como espejos estallando en millones de pedazos
como el apocalipsis
como balas recién incrustadas en la sien
como agua caliente

el diablo
hembra y macho a la vez
y a su antojo
arranca alaridos indómitos de un cuerpo con verga enhiesta
o de uno con un tajo ardiente entre las piernas

entiende cómo sacarte a vos
trémula y azorada de entre las sábanas
y ponerte al servicio del suelo en carne viva
o colgarte como un cuadro palpitante de la pared
ni matarte ni dejarte vivir
morir con tu grito
o vivir en tu orilla

Una laguna de sangre todavía caliente cae de la boca del leopardo.
Sólo eso queda del águila.



Está la hoja templándose en la llama descarnada.
Volverá a repetirse y nadie más que vos y yo
sabrá de dónde llega ese fuerte olor a quemado.


el leopardo apoya su exhausta cabeza en tu falda
para aquietarlo le ofrecés la lava directamente de las venas que atraviezan tu antebrazo
el sabor es el de las luchas
el leopardo respira a tientas
vos también

y eso es lo más parecido a la victoria que conocemos.