XIX
lo que siento:
que no termina la noche ni empieza día alguno si ignoro donde estan tus pasos
que aún desconociendo tus terrenos vastos y sólo imaginando el aullido de tus letras, tiemblo leyéndote
que temblar no es cosa de todos los días en esta selva insensible
que los temblores, aún los que llegan de tierras extrañas, nos salvan de la monotonía, del andar a tientas, de la muerte cotidiana
que está bien que estés aunque no vea tus ojos de cerca
que te extraño y no sé por qué extraño a una silueta desdibujada en el horizonte de mis fantasias
que intuyo y con eso me basta
que intuir es bueno a la hora del intento
el intento diario
el que nos rescata
el que rescatamos
que no sé cómo dejar de pensarte
y es un lugar tibio pensarte
que de alguna manera
te siento más lejos
pero estás igual
y no entiendo
y no busco entender
abrazo el miedo que se me mete en los poros de esta noche
que no termina la noche ni empieza día alguno si ignoro donde estan tus pasos
que aún desconociendo tus terrenos vastos y sólo imaginando el aullido de tus letras, tiemblo leyéndote
que temblar no es cosa de todos los días en esta selva insensible
que los temblores, aún los que llegan de tierras extrañas, nos salvan de la monotonía, del andar a tientas, de la muerte cotidiana
que está bien que estés aunque no vea tus ojos de cerca
que te extraño y no sé por qué extraño a una silueta desdibujada en el horizonte de mis fantasias
que intuyo y con eso me basta
que intuir es bueno a la hora del intento
el intento diario
el que nos rescata
el que rescatamos
que no sé cómo dejar de pensarte
y es un lugar tibio pensarte
que de alguna manera
te siento más lejos
pero estás igual
y no entiendo
y no busco entender
abrazo el miedo que se me mete en los poros de esta noche
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