lunes

IX

Todo el resto de la noche habitaste mi cuerpo y mi saliva.

Todavía en ningún lugar, cierro los ojos y te veo y vuelven los relámpagos. El instinto asoma para derretirme la piel cada vez que aprieto las piernas. Me tiembla saber los tirones suaves del hilo de luces, de fuego, de palabras que nos une.

Perdura el sabor de tus besos en mi espalda.