viernes

XXV

abro el portal que conduce a tierra de ensueños
adiós desvelo
desde aquí ya no se siente el peso de su despierto latido vigilante

Ondina     Salamandra     Silfo     Elfo     guías obscenas

con garras firmes me llevan a los sótanos fétidos del sueño.
mi cuerpo cae, exuda, tiembla sin dueño
sometido a las suculentas calderas de la nada
envuelto en mugrientos sudarios
allí voy, dormición, sucumbo, me entrego.
queda de mi sólo la carne en el lecho
arriba así mi alma a la comarca donde no es de viento el viento,
               donde no es de suelo el suelo.
a mis espaldas un eco lo delata
es el portal que se cierra

adiós
ya vuelvo

sigo y más allá
entre púas     araucarias     tumbas     redes
más allá entre el humus     las túnicas     las paredes
algo o alguien me contempla          allí voy
el sudor de los muros, sus serpientes
se interponen pero no me atraviesan
una fatiga bestial fractura al viento,
como hacha es cada frase de mi aliento
camino irreversible
y cuando a unos pasos de esos ojos me encuentro

sigo andando     atrás los dejo     no volteo la cabeza     no detengo
abandono los brazos a los márgenes de mi cuerpo
y a otros tantos pasos
tantos más
          cuántos     no sé     no los cuento
ya es     sí     de suelo el suelo
la tierra se afirma, se espesa
no así la corteza de mi alma
que con un gesto en cruz se despereza
tiene sueño     me detengo     me arrodillo     me recuesto
apoyo mi cabeza en la falda del terreno

ya lo siento
duermo
vuelvo
me despierto