un capuccino y vos
lo sabemos de la manera más exagerada. de la más descarnada. de la más repetida. ¿cuándo duele más o duele menos? ¿dónde duele más? ¿podemos acostumbrarnos al dolor de lo que ronda? ¿duele más o diferente la sorpresa? ¿necesitamos todas las palabras para entenderlo? seguimos siendo, básicamente, el mismo producto sin garantías que prefiere tanto camuflarse en la niebla. seguimos teniendo demasiados filos como para ser recomendables. por más que tanto sepamos de batallas, hay veces que ser feroz no te salva. por más suerte que nos falte, siempre hay ojos a los que aferrarse y manos que nos llevan, así como quien nos charla. no sabemos si es fuego o algo todavía más fuerte, no decimos te fuego porque sabemos que no es necesario. y si lo fuera, nos callaríamos. no podemos avanzar cuando faltan los motivos, no podemos ser sin el vértigo. no podemos sin enredarnos, no queremos sin desafíos.
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construyo con los ojos el silencio que alimenta de palabras las hogueras.
sólo así, a grandes y preciosos rasgos, vuelvo.
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construyo con los ojos el silencio que alimenta de palabras las hogueras.
sólo así, a grandes y preciosos rasgos, vuelvo.
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