domingo

5 / lady lip & lord finger

me pregunto:

¿sabrá el autor la cantidad más o menos exacta de enamorador que se han despilfarrado estas letras que él engendró?

me pregunto:

¿sabés que pensé hasta hoy que este capítulo se había tornado snobito y cursi?
hasta hoy
cuando lo encontré rondando en mi cabeza como buscando destino
cuando lo encontré irresistible y exacto a tus ojos

quién sabe
ya esto mismo te lo habrán leído otras gentes...
te lo habrán impreso otras manos, otras bocas te lo han regalado
pero seguro
nunca lo recibiste de mí
y eso lo torna habitable y ameno
eso lo torna irresistible y exacto
y válido
y nada cursi no snobito
al menos para mí

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Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mí para dibujarla con mi mano en tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja.

Me miras, de cerca me miras, cada vez más de cerca y entonces jugámos al cíclope, nos miramos cada vez más de cerca y los ojos se agrandan, se acercan entre sí, se superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los dientes, jugando en sus recintos donde un aire pesado va y viene con perfume viejo y un silencio. Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura. Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo de aliento, esa instantánea muerte es bella. Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo te siento temblar a contra mí como una luna en el agua.

Julio Cortázar. Rayuela.

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